Una verdadera representación
Por: David Arguedas
Hace unas semanas, en el diario El Comercio1, el politólogo Paolo Sosa indicó que la calidad de la democracia en el mundo estaba disminuyendo y que su erosión estaba siendo producida por la polarización. A través de ella se perpetraban ataques hacia las instituciones que conforman la democracia y se sacrificaban principios liberales como el pluralismo. Además, señaló que, si bien no sucumbimos a la corriente autoritaria en noviembre, el desprestigio de las instituciones democráticas y la desafección ciudadana han quedado como saldo.
En efecto, el retroceso democrático- desarrollado bajo el concepto de backsliding2– representa un cambio político en relación con las amenazas tradicionales a las reglas democráticas. Actualmente, son las propias autoridades quienes asumen un empoderamiento autocrático a pesar de haber sido elegidas en procesos constitucionales. Como no podía ser de otra manera, este fenómeno también se encuentra asociado con el desprestigio a los adversarios y ataques a las reivindicaciones de derechos humanos, entre ellas, las de género. Resulta importante tomar estas ideas como premisas para desarrollar algunas reflexiones en torno a un contexto en el que es válido preguntarnos qué tipo de democracia estamos reconociendo. Más aún porque existe un impacto en los derechos sexuales y reproductivos de niñas, niños, adolescentes, mujeres y personas LGBTI.
Al profundizar en esto, el ejercicio reflexivo nos hace recordar las crisis políticas que hemos vivido en los últimos cinco años. Las tensiones entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo- elegidos democráticamente y muchas veces impulsadas por este último poder del Estado- han tenido un fuerte impacto en la confianza de la ciudadanía hacia sus instituciones y a quienes las representan. En septiembre de 2019, semanas previas a la disolución del Congreso, su desaprobación era muy similar al que tiene el actual Parlamento, lo que da cuenta de su poca evolución favorable. A esta crisis de representación debemos añadirle el particular desgano en elegir a la persona que asumirá la presidencia de la República este año.
Estos datos adquieren mayor sentido si rememoramos las acciones emprendidas por algunas bancadas congresales durante el periodo 2016-2019. Ellas se valieron de la legitimidad que les dio el voto popular para cuestionar y sabotear una política educativa como el enfoque de igualdad de género. El mandato de representación no fue cumplido, ya que en lugar de buscar consensos para prevenir el embarazo adolescente – que se mantiene en 13%.3– o articular medidas contra la violencia que afecta particularmente a mujeres y personas LGBTI4, se utilizaron mecanismos de control político5 para golpear al Ejecutivo que, entre el pasmo y la desidia, demoró en reaccionar sin medir las consecuencias de sus inacciones. Por ello, resulta importante recordar que valiéndose del miedo y la desinformación arribaron a un contexto polarizado para desprestigiar a los movimientos que bregaban por la igualdad6.
Teniendo esto en consideración, el escenario legislativo que nos espera puede recorrer el mismo camino de sus antecesores, pero con resultados mucho más perniciosos para la democracia que ya se siente poco representativa para niñas, adolescentes, mujeres y personas LGBTI. El agravamiento puede darse si desde esta institución se sostienen discursos fundamentalistas que se traduzcan en negación de derechos al no aprobar leyes reivindicativas para la identidad de género, las familias y la autonomía o en medidas legislativas que busquen atentar contra los derechos humanos de las mujeres.
Existe la responsabilidad de que las organizaciones políticas que lleguen al Congreso con nuestro voto garanticen que la democracia no se consuma a sí misma. Para ello es importante que no se aprovechen los instrumentos legales que esta brinda. Si se le usa como excusa para negar derechos, no solo se perjudica a quienes pertenecen a poblaciones vulnerabilizadas- que dejan de creer en el sistema-, sino a la construcción de ciudadanía. La llegada al Bicentenario del Perú exige, de manera especial, que las mujeres y personas LGBTI en toda nuestra diversidad nos veamos representadas y se garantice nuestro derecho a la igualdad y a la dignidad.
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Fuentes:
[2] Haggard, S., & Kaufman, R. (2021). Backsliding: Democratic Regress in the Contemporary World (Elements in Political Economy). Cambridge: Cambridge University Press. doi:10.1017/9781108957809
[3] https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Endes2019/
[5]
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