Machismo (Des)Medido
«No fue tu culpa, no fue tu culpa», gritaba la francesa Laura Grofe en medio de la multitudinaria marcha Ni Una Menos. La movilización del sábado 13 de agosto convocó a cerca de 50 mil personas y recorrió las principales avenidas del centro de Lima. La manifestación empezó en el Campo de Marte (llamado por ese día Campo de Venus) y culminó en el Palacio de Justicia. La joven francesa, quien alzó su voz de protesta, fue violada mientras viajaba de Bolivia a Perú. «No pude denunciar el hecho», comenta. «Cuando le conté a mis amigos me preguntaron por qué viajaba sola o me decían que las gringas se meten con todos», cuenta ofuscada. «Somos el grito de las que ya no tienen voz», fue otro de los lemas que se escuchó. Gofre fue una de las que prestó su voz.
Durante más de cinco horas mujeres, hombres, jóvenes, niños, funcionarios y políticos recorrieron las calles. Entre los asistentes estuvo la plana mayor del presidente (Thorne, Aráoz, Vizcarra, Pérez Tello), la primera dama Nancy Lange y su hija Suzanne. El premier Fernando Zavala también marchó junto a sus ministros, aprovechando la oportunidad para codearse con fujimoristas como Letona y Alcorta. La movilización fue liderada por las ubicuas víctimas de la violencia: Arlette Contreras y Lady Guillén.
La excongresista Hilaria Supa marchó junto a las mujeres víctimas de esterilizaciones forzadas durante la dictadura de Fujimori. «El 27 de julio la fiscal Marcelita Gutiérrez ha archivado el caso liberando a Fujimori y sus ministros», arguyó la excongresista. Para Supa, el archivamiento es una ofensa para las mujeres campesinas. «Son más de 18 o 20 años que estamos luchando», dijo Supa. Paradójicamente, los fujimoristas también marcharon. Además estuvo la gente del Frente Amplio y el APRA.
«Que tiemblen los machistas porque toda América Latina será feminista», coreaba un grupo de mujeres, mientras se abrazaban y saltaban en círculo.
¿Es el machismo el meollo de la violencia? Para la psicoanalista Matilde Caplansky, este «es la creencia de que el mundo está constituido, básicamente, por hombres».La especialista agrega que ese pensamiento hace que se crea que los hombres «hacen las leyes, las costumbres, ejercen el poder en todos los espacios públicos y privados. Se cree que las mujeres están porque se las necesita para reproducirse, gozar, limpiar, cuidar la casa y a la prole», precisa Caplansky.
Por su parte Liuba Kogan, antropóloga e investigadora de la Universidad del Pacífico, precisa que cuando se habla de machismo son muchas las instituciones las que reafirman ese modelo de masculinidad. Puede empezar en el hogar «donde las madres creen que los hijos tienen todos los derechos y que los hombres tienen una sexualidad incontrolable», asegura Kogan. Históricamente en las sociedades pre- conquista existían «grupos de mujeres muy poderosas donde difícilmente había un modelo machista», relata la antropóloga. Fue en el momento de la conquista donde la violencia «se instituye como un valor por la relación conquistado-conquistadores y se va forjando el nuevo tipo de masculinidad. Eso no es natural sino producto de un consenso social particular», añade la investigadora.
Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar 2015 del INEI, el 70,8% de las mujeres alguna vez sufrieron algún tipo de violencia (física, psicológica y/o sexual). Sin duda, tras la movilización Ni Una Menos se ha creado una creciente conciencia sobre la violencia de género pero ¿cuál es el siguiente paso?
No existe una receta mágica. Diana Portal, comisionada de la Adjuntía para los Derechos de la Mujer de la Defensoría del Pueblo, precisa que para el delito de feminicidio sí existe un tipo penal autónomo. «Las penas van desde 15 a 20 años», dice Portal. «La falla se presenta en la aplicación de los casos concretos», añade la abogada.
El año pasado la Defensoría del Pueblo desarrolló la investigación Feminicidio íntimo en el Perú: análisis de expedientes judiciales (2012-2015). El estudio analizó 50 expedientes de feminicidio (29 de feminicidio y 21 de tentativa) y presentó hallazgos importantes.
Al momento de juzgar un caso de feminicidio «no se tiene en cuenta el contexto, y eso es algo fundamental y clave», puntualiza Portal. Es importante que se analice si existieron hechos previos de violencia.
«Existen tentativas de feminicidio que están siendo procesadas como lesiones», añade la abogada. El caso emblemático de Contreras tuvo una sentencia por lesiones leves, cuando la víctima denunció al agresor Adriano Pozo por tentativa de feminicidio y violación.
Además Portal resalta el caso de la víctima de iniciales A.K.E.R (22), en Junín, quien fue asfixiada por su enamorado hasta producirle la muerte. El caso se resolvió como un homicidio simple y no como feminicidio, solo por tratarse de una relación de enamorados.
Y para realizar una denuncia adecuada es necesario que los fiscales estén capacitados. En plena coyuntura el fiscal de la Nación, Pablo Sánchez Velarde, anunció la semana pasada la creación de Fiscalías Especializadas para casos de feminicidio. Las cifras del Observatorio del Ministerio Público señalan que entre enero del 2009 y marzo del 2016 se produjeron 889 casos de feminicidio.
«Se debe capacitar a los magistrados sobre casos de violencia hacia la mujer», puntualiza Portal. En julio pasado el gobierno aprobó el Plan Nacional Contra la Violencia de Género y señala como una de sus metas combatir los prejuicios relacionados hacia la mujer.
Pero esta no es una pelea entre hombres y mujeres, es una batalla de todos. Porque como dijo Susana Chávez, poetisa y defensora de derechos humanos mexicana, «ni una mujer menos, ni una muerta más».
Tomado de Caretas (edición impresa 18.08.2016)
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