La mortalidad perinatal en el Perú: Por aquellos que nunca tendrán nada que celebrar
Poco antes de cerrar el año 2013, la Dirección General de Epidemiologia del MINSA, presentaba su «Informe sobre Mortalidad Neonatal en el Perú, 2011-2012», basado en los registros de los establecimientos de salud y en los resultados de la ENDES. Fue en este informe que nos enteramos que cada año más de 10,000 niños y niñas mueren antes de cumplir su primer año de vida y la mitad se nos va antes de los 29 días1. Es decir, cada año se estarían muriendo casi el 2% de la población menor de un año, a diferencia del 0.35% de fallecidos en relación a la población en general.
Esta cifra podría no ser tan negativa si se considera lo siguiente: a) siempre habrá un mayor riesgo natural de morir antes del primer mes de nacido y b) en los últimos 20 años hemos reducido la mortalidad perinatal en 67%. Sin embargo, la buena noticia es relativa pues en el informe se señala que en la mitad del período (2003-2011) hay un estancamiento y en el último, un repunte sobre todo en las zonas urbanas. El reporte también nos señala que más de la mitad de estas muertes pudieron ser prevenidas añadiendo una carga injustificada de mortalidad en dicho período de al menos 25 mil bebés menores de un año.
Muchas de las muertes, inclusive las inevitables a causa de malformaciones congénitas graves, pudieron no darse al proveerse la interrupción oportuna del embarazo (si así lo desease la mujer), tal como ocurre en muchos países del mundo. No obstante, la mayoría no muere por esas causas, sino por la inaccesibilidad a los servicios y la escasa capacidad resolutiva de los servicios (nula en la mayoría de los casos) incluyéndola ausencia de personal competente y la escasísima disponibilidad de incubadoras que obligan al personal de salud a decidir quién vive y quién muere.
Es por ello que vale la pena precisar que la reducción lograda entre 1994 y 2004 no ha estado en la mejor atención de los recién nacidos, sino en medidas tan necesarias como el parto institucional. Pero sobre todo, en el mejor control de su propia fecundidad que las mujeres han logrado; muy a pesar de las esterilizaciones forzadas durante el período de Fujimori, el desabastecimiento de anticonceptivos durante la gestión de Solari-Carbone (Ministros de Salud del Gobierno de Toledo) y la indiferencia del gobierno de García en la planificación familiar que se extiende a este gobierno. Sin embargo, siendo valiosos estos aportes, no es suficiente y sólo nos hace notar el enorme vacío de intervenciones que hay con relación a los recién nacidos y que los logros económicos que hemos mantenido en los últimos 10 años los hace absolutamente injustificable.
La sobrevivencia de nuestros niños y niñas no debería ser el resultado de quién es el más fuerte, tal como parece ocurrir hoy en día y es aquí en donde el concepto del derecho a la vida debería estar presente. Empero, esta es la muerte que menos atención llama en los servicios y nos hemos acostumbrado a ver como natural la muertes de los recién nacidos, que ni siquiera se los contabiliza pues para información de quienes leen este artículo casi el 80% de estas muertes no formarán parte de los registros oficiales y sólo serán recordados por las mujeres que las trajeron al mundo. Lo que viene ocurriendo con los más pequeñitos no tiene justificación alguna y ojalá que en el 2014, los buenos propósitos también los incluya.
1 A este tipo de muerte se denomina Mortalidad Perinatal
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