Dar la cara
Hace poco más de una semana ha juramentado el nuevo Congreso del Perú conformado por 130 congresistas de los cuales 36 son mujeres. Por lo tanto, las mujeres ocupan el 27% de los escaños, lo cual implica que Perú, al igual que Argentina, Ecuador y Bolivia, se encuentra por encima del promedio regional del 25% de parlamentarias. De esta forma, el país se va acercando a la cifra propuesta por la ONU, que establece que un impacto político real de las mujeres se logra con por lo menos un de 30% de parlamentarias. Es decir, que cuando se alcanza esta cifra de representación se llegan a plantear tanto intereses como temas de mujeres en el congreso y además ayuda a mejorar la percepción de la capacidad de las mujeres para ejercer cargos públicos, como explica en una de sus publicaciones IDEA Internacional.
Si bien simbólicamente este ya es un gran avance en términos de participación, no hay garantía de que este porcentaje de representación femenina asegure que en el presente periodo legislativo se desarrolle una agenda parlamentaria que promueva la igualdad de género y los derechos de la mujer. En un país donde el ingreso mensual de una mujer es 30% menos de lo que gana un hombre, donde los medios de comunicación aún avalan columnistas y comentaristas que ofenden y cuestionan constantemente la igualdad de género y donde, hasta las últimas semanas, generaba más indignación la legalización del aborto en casos de violación que el hecho de que una de cada cuatro mujeres sea violentada por su pareja, hay mucho trabajo por hacer.
Ahora bien, como representantes de partidos políticos, es necesario tomar en cuenta y analizar cuáles son las posiciones que defienden las parlamentarias y cómo serán manejados los nuevos proyectos de ley que se presentarán en el ámbito que concierne a la mujer. El caso del archivamiento del proyecto de ley que buscaba despenalizar el aborto en casos de violación es un claro ejemplo de cómo una agenda progresista en pro de los derechos de la mujer es obstruida por congresistas con intereses religiosos particulares. En este caso, en las dos comisiones que deliberaron sobre el proyecto, una mayoría votó en contra del mismo demostrando que aún prevalece una fuerte tradición conservadora tanto en representantes hombres como mujeres; una tradición que no necesariamente representa lo que la sociedad quiere o lo que las mujeres en realidad necesitan. Esto en un país donde se registraron por lo menos 68 mil violaciones en diez años como lo establece Jaris Mujica en su libro Violaciones sexuales en el Perú 2000-2009; y que según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), del 10% al 30% de las mujeres que son violadas quedan embarazadas. El problema no se puede ignorar, aun menos cuando figuras públicas como el Cardenal Cipriani pretenden afirmar que la culpa de los abusos es muchas veces de la mujer que «se pone, como en un escaparate, provocando».
Para evitar que esta historia se repita con futuras iniciativas, y que los temas de mujeres sean dirigidos y debatidos por las mismas, el nuevo Congreso y sobretodo las 36 legisladoras deberían promover activamente el debate en temas de salud, igualdad laboral, y sobre todos los tipos de violencia -desde la física y sexual- sin excluir temas como el de las esterilizaciones forzadas o la explotación infantil, además de promover sanciones estandarizadas y efectivas para garantizar el progreso hacia una verdadera equidad de género.
Cristina Pachón pertenece a la Plataforma Comadres, espacio que busca posicionar el trabajo de las mujeres en el análisis de la política nacional e internacional.
Tomado de NoticiasSER
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