Gastón Garatea: “Que aparezca todo esto del Sodalicio nos va a poner en nuestro sitio como Iglesia”
Sacerdote de la congregación de los Sagrados Corazones. Teólogo. Expresidente de la Mesa de Concertación de Lucha contra la Pobreza. Exmiembro de la Comisión de la Verdad. Encargado del área de Responsabilidad Social de la Universidad Católica.
Poco antes de ser ordenado sacerdote, hace 50 años, Gastón Garatea decidió que su especialidad sería trabajar con «la clase obrera». Como preparación, el subdiácono de apenas 24 años viajó a la lejana Tierra del Fuego a trabajar como peón a –15 grados centígrados– durante cuatro meses. Tiempo en el que nunca mencionó que era sacerdote, en el que quiso ser tratado como uno más, aun cuando le llegaran a sangrar las manos por el esfuerzo físico.
Siempre le ha preocupado la justicia social, ha trabajado mucho el tema de la pobreza, y eso hace que algunas personas lo vean como un sacerdote de izquierda.
Yo me he cuidado mucho de nunca aparecer ligado a una situación política determinada, menos a un partido político. Yo soy un sacerdote que tiene una inquietud social muy grande, siento que Dios me llama a trabajar con los más pequeños, y si hay que sacar la cara por alguien, la saco. Yo no soy un sacerdote de izquierda, que la gente me sienta de izquierda es otra cosa. Pero en este país, al que habla de pobres le dicen comunista. Entonces, pertenezco al grupo de comunistas piadosos (Ríe).
¿Por qué está mal hablar de derechas e izquierdas?
Es una moda…
¿Le gusta más la palabra progresista?
A mí no me gusta que me digan nada (Ríe). Yo soy un tipo que estoy formado para vivir el evangelio, que es proyectarme en el servicio al prójimo y, especialmente, a los que más sufren, a los que más lo necesitan. Entonces, yo no quiero encajonarme en estas cosas que después te van a dificultar la vida. «¿Cómo tú, que eres progresista, puedes estar con los retrógrados?». Yo puedo estar con todos.
¿Se puede estar con todos?
Claro que se puede, siempre y cuando no juzgue uno a la gente. ¿Quién soy yo para juzgar?
Como dijo el papa Francisco. Luego quiero hablar de eso, pero antes quiero saber, ¿cómo se siente un hombre que dice haber sido formado para «vivir el evangelio», pero que lleva cuatro años sin poder oficiar una misa porque así lo dispuso Juan Luis Cipriani?
No, no. Yo no tengo licencia para ejercer el sacerdocio, sobre todo confesiones y misas, en la Arquidiócesis de Lima. Pero yo tengo todas las autorizaciones para celebrar en mi congregación y afuera de Lima. Es curioso porque esto es un juego canónico, pues. A mí no me han dado ninguna censura canónica, lo único que no me han dado es licencias, y eso se lo da el obispo a quien quiere y a quien no quiere, no se lo da.
El arzobispo Cipriani.
Claro. Ahora, yo no estoy castigado…
Pero en la práctica esto es un castigo, ¿no? ¿A usted no le hace sentir de manos atadas?
Ah, claro. Yo me siento muy mal. Yo estoy acostumbrado a llevarme muy bien con mis obispos. Al cardenal Landázuri yo lo sentía como parte de mi familia; con monseñor Vargas Alzamora también éramos muy amigos. Con este cardenal… conversando parecemos dos viejos limeños, pero por escrito es terrible conmigo…
¿Y por qué cree que hay esa doble personalidad?
Es su manera de ser, pues… Ya no sé. Yo todos los días que celebro misa, rezo por él. Pero… mire yo no entiendo esa distancia conmigo, pero la respeto. Yo no voy a decir «no es mi obispo». Es mi obispo. Ahora, él no quiere que yo esté trabajando en la universidad Católica, pero no le corresponde a él decir, sino a mi superior. Yo pertenezco a una congregación.
¿Es cierto que lo que le molestó a Cipriani fue que usted se declare a favor de una Unión Civil entre homosexuales? Porque está a favor de la Unión Civil, ¿cierto?
Pero claro, dos personas tienen derecho de tener un contrato civil entre dos. Si no, mire lo que está pasando. El otro día vi en la televisión que se murió uno (de los miembros de una pareja homosexual) y lo dejaron sin nada al otro. Yo no he dicho nunca que estén muy bien las parejas homosexuales, pero de ahí uno tiene derecho a opinar sobre lo que es opinable. Es más, yo lo dije antes que el Papa: ¿Quién soy yo para juzgar? Que ellos delante de Dios tengan su postura y cada postura es respetable. Por ejemplo, en otro otro tema…
¿Cuál?
Yo estoy en contra del aborto, es una cosa que no está permitida por la Iglesia y que en mi concepción no entra. Pero… ¡Se están muriendo los niños! Hay falta de micronutrientes y no porque no haya en el Perú. No los reparten. ¿Eso no es un asesinato? Es un asesinato mucho peor que el aborto. Uno es el asesinato del niño no nacido y otro es el asesinato de los niños vivos. ¿Cómo es posible que en el Perú tengamos el 81 por cierto de niños de cero a cinco años anémicos en Puno? ¿Cómo es posible que en este pecado que tenemos, que se llama Huancavelica, el 58 por ciento de los niños tengan desnutrición crónica? ¡Esas son tragedias! Tenemos que tener desfachatez para decir las cosas. Y hay que decirlas. A mí no me pueden botar de muchos sitios y si me botan, me voy nomás…
Parece que era cierto que Cipriani no le renueva la licencia sacerdotal por sus opiniones.
No, no es por eso. Yo no sé por qué es. La verdad no entiendo, porque esa declaración está en el lado de la postura del Papa. También dijeron que era porque yo dije que lo del celibato podía cambiar y eso lo ha dicho el Papa igual que yo. Eso es un dogma de la Iglesia, el celibato no forma parte del sacerdocio intrínsicamente. Forma parte de la vida religiosa de los que somos religiosos.
Entonces, no entiende por qué Cipriani no le renueva la licencia…
Yo sí entiendo, pero no lo quiero decir. La cosa es más compleja y tiene que ver con esta institución en donde estamos ahora (la Universidad Católica). Ahí hay todo un boche grande, pero yo no tengo pruebas de eso, son suposiciones. Y, no, no, mejor ni apuntes eso. Pero yo no encuentro proporcionado lo que ha sucedido conmigo y lo que ha sucedido con ese señor Figari. A mí, del saque, ¡Pum!, me quitaron la licencia y a este señor no le pasa nada todavía, ¿no?
A Figari lo están protegiendo.
Yo no sé si lo están protegiendo, pero no le ha pasado nada hasta ahora y eso me parece medio digno de observación.
Reconoce a Cipriani como su obispo, como su pastor. ¿Es un buen pastor monseñor Cipriani?
No me pongas con juicios de valor. Es un pastor de la Iglesia Católica y tiene derecho a hacer lo que hace. Se acabó.
Pero es claro que otros sectores de la Iglesia no lo quieren. Ha postulado 7 veces a la presidencia de la Conferencia Episcopal y los obispos nunca lo han elegido.
Ese es problema de los obispos. No me quiero meter en eso. Yo no voy a hablar mal de mi arzobispo, yo soy respetuoso y obedezco. Me ha prohibido celebrar misa en la arquidiócesis, yo no celebro en la arquidiócesis. Así es pues, ese es el problema que hay con las leyes, la lucha entre la letra y el espíritu.
¿No debe uno rebelarse contra las injusticias, padre Garatea?
Bueno, este… hay que rebelarse. Una manera de rebelarse es estar aquí. Yo sé que mi presencia en muchos lugares es muy complicada. Cuando yo voy a la eucaristía y no puedo celebrar, participo como laico. Para mucha gente eso es una protesta. Es duro. Esto me ha costado a mí lágrimas, pero lo acepto. Es mi arzobispo. Así es el juego. Así es la Iglesia. Que esté bien o mal, eso lo veremos en unos añitos más, pero no quiero ser yo un niño rebelde. La obediencia existe y como decía un amigo mío: La obediencia consiste en obedecer.
«Quién soy yo para juzgarlos», una de las primeras frases del papa Francisco sobre los homosexuales, generó gran expectativa sobre el fin de una historia de marginación en la Iglesia a esas minorías. Pero hace un mes, Francisco se presentó ante la ONU y habló de una «ley moral» para rechazar el matrimonio entre homosexuales..
Que no esté de acuerdo con el matrimonio homosexual no me extraña, yo tampoco lo estoy. Mire, agarremos las cosas más en globo. Este es un hombre que habla para que lo entienda el hombre de la calle, que quiere una Iglesia pobre al servicio de los pobres. Es el Papa que ha recuperado el concilio, el papa de los sufrientes y que le ha dicho su vida a la gente. Si uno analiza el discurso de la ONU, le dice a los países que están mandando en el mundo que están cometiendo injusticias…
Hay una crítica abierta contra el poder económico y político…
Evidente. Y no tiene miedo de decirlo. El papa Francisco quiere destruir esta iglesia-poder para tener una iglesia-servicio. ¿Se imagina lo que le va a costar? Porque la Curia Romana es un poder y, entonces, ha hecho su comisión de nueve cardenales que están reformando la Curia romana. Es dificilísimo, una institución con siglos de poder y donde los tipos que han llegado ahí han creído que lo propio de la Iglesia era mandar…
¿Y esto que quiere cambiar el papa Francisco, se está replicando en la Iglesia de nuestro país?
Sí. Los nuevos obispos que ha nombrado el papa Francisco son excelentes. Se jubiló el arzobispo del Cusco y ha puesto a un franciscano ahí, a Richard Alarcón, que es un hombre sencillo, bueno, cariñoso. Ha nombrado a un nuevo obispo en Chiclayo, un hombre espiritual, servidor, trabajador. Y así. Está poniendo a esta gente que él quiere que sea la que maneje esta iglesia servidora.
Pero la cabeza sigue siendo Juan Luis Cipriani.
No es la cabeza.
¿Quién es la cabeza? ¿El presidente de la Conferencia Episcopal?
El presidente de la CEP. Ahora, hay que ser también claros. El obispo más importante del Perú es Cipriani.
¿Y Cipriani sigue el mandato del papa Francisco?
Yo creo que en su interior tiene que querer seguirlo. Vamos a ver, pues. De hecho, ha cambiado su manera de hablar. Pero yo supongo buena fe en él. Y creo que hay que ayudarlo a entrar en esta línea del Papa. Yo, repito, no soy nadie para juzgar.
Hay quienes se preguntan hasta qué punto el papa Francisco puede ser un «producto» para atraer gente. Debe admitir que hay una crisis en la Iglesia Católica, que cada vez pierde más fieles…
Bueno, crisis de todas las religiones, eso hay, claro. Ahora, yo no creo en el ateísmo que proclama la gente. Mucha gente creía en la Iglesia y ahora se ha vuelto atea, ¿por qué? porque los curas son insoportables…
O pederastas, o adictos al poder económico y político…
Pero yo no creo que sean tantos. Mire, en estadísticas, la mayoría de los pederastas son hombres casados. Si sacan a todos, van a ver que la proporción de curas es mínima.
No debería existir ni un caso.
Por supuesto. Hay algo en nuestra sociedad que nos está llevando a esta cosa. Estamos ante un problema serio. Los curas han caído porque son humanos, pero eso no justifica nada. Nada justifica el ser pederasta.
El problema se agrava porque hubo un aparente apañamiento del Tribunal Eclesiástico. La violación de un menor es un delito y eso debió llegar a la justicia común.
Y eso lo ha dicho la Conferencia Episcopal. Mira, yo, como soy escandaloso, digo a veces cosas que pueden sonar terribles. Yo creo que esto nos va a hacer bien. Yo creo que el que aparezca todo esto del Sodalicio y todas las aberraciones que hay ahí, que son una bestialidad, nos va a poner en nuestro sitio como Iglesia. Somos pecadores. ¿Qué pecados? Ahí tienen pues, libros enteros. Hay que ser más humildes y hay una cosa que es terrible, que el evangelio es predicado por pecadores. Qué maravilla que Dios no nos tenga asco, sino que nos pida «anda, vive el evangelio, corrige lo malo».
¿Qué debe venir ahora en la Iglesia? ¿Un acto de contrición?
Claro, claro. Eso tiene que venir. A mí lo que más pena me ha dado del libro de Pedro Salinas es lo que él cuenta del Dios que tienen estos fulanos del Sodalicio, un Dios castigador, un Dios que es una gran computadora de pecados, cuando el Dios de mi Evangelio es un Dios que nos ama.
Tomado de LaRepublica.pe
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