Protección de la niñez, más allá de temores y mitos
Por: Germán Vargas Farías
Una guía para la prevención del abuso sexual infantil, producida por la Sociedad Bíblica Peruana, Asociación Cultural, y dirigida a profesores de niños, señala que entre los factores de protección en el niño, es decir, que pueden reducir las probabilidades del abuso sexual, están el conocimiento de sus derechos y responsabilidades, así como de sus cuerpos, lo cual incluye, naturalmente, sus genitales.
Se afirma, también, en este documento que tiene por nombre «Amo mi cuerpo, Amo mi vida» (2011), que una de las pautas para la prevención del abuso sexual es promover la igualdad entre varones y mujeres. Es interesante que una institución cuya misión es poner la Biblia al alcance de todos los peruanos, asuma como parte de su responsabilidad enfrentar la violencia que sufren las mujeres y los niños, y se preocupe por preparar materiales que sirvan para ello.
En el informe «Cadena Perpetua a la violencia. Investigación – Acción Participativa sobre Protección de la Niñez» (2015), producido por World Vision Perú, que describe las principales características que tiene la violencia contra la niñez, se indica que la familia es el actor a partir del cual se debe priorizar toda intervención en protección que busque eliminar todas las formas de violencia contra las niñas, niños y adolescentes. Sin embargo, la investigación evidencia que las madres, padres y/o cuidadores, son los principales generadores de violencia contra la niñez en el hogar.
Por eso, tal vez, en el informe promovido por esta organización cristiana de acción social, se cita reiteradamente el artículo 19 de la Convención de los Derechos del Niño que literalmente dice, «el Estado adoptará todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual».
En el estudio de World Vision Perú, se destaca el informe del Estudio de violencia contra los niños de las Naciones Unidas (2006), que señala que la principal responsabilidad de la educación y el desarrollo de las hijas y los hijos recae en la familia, añadiendo, que «El Estado en su rol de educador debería apoyar a las madres, los padres y cuidadores en esa tarea con programas con enfoque de género que se centren en fomentar relaciones sanas entre madres, padres, hijas e hijos y orientarlos hacia formas de comportamientos constructivos, teniendo en cuenta la capacidad evolutiva de las niñas y los niños; así como la importancia de respetar sus opiniones».
Menciona, además, la Observación General N° 28 del Comité de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, según la cual «los Estados deben reconocer y aceptar las diversas formas de familia, con inclusión de las parejas no casadas y sus hijos y de las familias monoparentales y sus hijos, así como de velar por la igualdad de trato de la mujer en esos contextos.»
En una reciente publicación que da cuenta del trabajo psicológico realizado por Paz y Esperanza en casos de niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual, en la Región Huánuco, la psicóloga Doris Godoy, una profesional con más de 13 años de experiencia en el tratamiento de estos dramáticos casos, afirma que «lo que facilita la existencia de la violencia sexual contra los niños, niñas y adolescentes es el silencio que logra imponer el abusivo sobre su víctima, sumado a los patrones culturales de género al que apela».
Por razones como esas, para esta organización cristiana de derechos humanos la educación sexual no debe ser un acto casual o una opción, sino un derecho, y no ha vacilado en señalar que muchas veces se utilizan argumentos religiosos para mantener a las mujeres, al igual que a los niños y las niñas, alejados de una vida plena y digna.
He hecho mención de tres instituciones de inspiración cristiana, sin duda hay varias más, de larga y reconocida trayectoria, para expresar que se puede defender y proteger a la niñez, y a la familia, sin apelar al miedo y la mentira, y rechazando con firmeza el odio y la discriminación. La mejor manera de brindar protección es con amor, con respeto y en libertad.
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