Tu sexualidad, tu reproducción y tus derechos
Pienso que deberíamos reflexionar mucho más sobre nuestros derechos sexuales y reproductivos, derechos humanos reconocidos en tratados internacionales, nacionales y locales que deberíamos tener todas las personas, hombres y mujeres y que por desgracia son profundamente bloqueados en diferentes países; desarrollados, en vías de desarrollo y subdesarrollados.
Algo básico que es ninguneado, que deteriora la salud física y mental de la persona y que debemos seguir alzando la voz para que toda mujer y hombre conozcan e interioricen cuáles son sus derechos sexuales y reproductivos y se puedan prevenir situaciones de abuso, violencia y discriminación que deterioran la autoestima, seguridad, capacidad de la persona y que frecuentemente generan diferentes trastornos psicopatológicos como trastorno por estrés postraumático, fobias, trastornos de ansiedad, depresión, etc.
Como señala Amnistía Internacional los derechos sexuales y reproductivos permiten a las personas:
- Decidir sobre su salud, cuerpo, vida sexual e identidad sexual sin temor a sufrir coacción, discriminación o violencia.
- Pedir y recibir información sobre la sexualidad y la reproducción y acceder a servicios de salud relacionados con ellas y a métodos anticonceptivos.
- Decidir si queremos tener hijos, cuándo y cuántos.
- Elegir a la pareja con la que queremos estar y ver si con ella queremos casarnos y cuándo hacerlo.
- Decidir qué tipo de familia formar.
Supongo que a la mayor parte de la gente que lee esto les parece obvio y normal, pero la realidad es que muchos de estos derechos son arrasados en diferentes ámbitos de una forma más radical y profunda o de una manera más sutil pero también dañina.
Empezando por las violaciones más radicales de los derechos sexuales y reproductivos nos encontramos las mutilaciones genitales femeninas, violación y violencia sexual entre las que se encuentra el abuso sexual a un niño o una niña, matrimonios forzados, mantenimiento de un embarazo de forma obligatoria, aborto forzado, esterilización impuesta, sufrir discriminación o violencia por la identidad u orientación sexual, incluso pagándolo con la muerte, etc.
A lo largo de mis años de profesión como psicóloga me he encontrado a mujeres y hombres de diferentes ámbitos sociales, económicos, formativos, culturales que han visto dañados sus derechos sexuales y reproductivos; algunos de forma radical, y otros igualmente graves pero socialmente más aceptados o silenciosos.
Por poner algunos ejemplos reales de gente con nombres y apellidos que he acompañado me he encontrado a personas que por su identidad y orientación sexual se han visto alejados de sus familias donde se les discriminaba y tenían que ocultar a sus parejas a los sobrinos, abuelos, tíos, o que en su lugar de trabajo se les había echado por el mero hecho de su orientación sexual. También mujeres y hombres que se habían sentido agredidos sexualmente dentro de sus relaciones de pareja al verse obligados o coaccionados a tener relaciones cuando no se deseaba. Mujeres que pidieron el uso del preservativo y el hombre se negó o presionó a la mujer para no usarlo. Adolescentes que se quedaron embarazadas y tuvieron hijos sin desearlos y de forma obligatoria, mujeres y hombres con discapacidad que se vieron obligados a renunciar a mantener relaciones sexuales o a ser esterilizados sin su consentimiento expreso. Hombres que no querían tener hijos y sus parejas les dijeron que estaban usando métodos anticonceptivos y no era cierto, parejas homosexuales cuyos hijos han sufrido burlas o han recibido mensajes discriminatorios hacia sí o hacia los progenitores, mujeres y hombres mayores que se han sentido cohibidos ante profesionales de la salud cuando han comentado que querían mejorar sus relaciones sexuales…
Los derechos sexuales y reproductivos están en nuestro día a día y en nuestra vida familiar, conyugal, afectiva, social, laboral, médica, psicológica, etc. Como hombres y mujeres seamos conscientes de cuáles son y defendámoslos en los aspectos graves y en aquellos sutiles, pequeños, cotidianos o casi imperceptibles, pues no hacerlo nos afecta en diferentes planos de la vida cotidiana.
Alejandra Luengo. Psicóloga clínica, combino la atención psicológica en servicios públicos con la consulta privada. Creo firmemente que se pueden cambiar las cosas y en esa dirección camino. Autora del blog unterapeutafiel.
Tomado de http://blogs.20minutos.es/
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!