Vacancia, insurgencia y chantaje: pensamiento Guía
El congresista Moisés Guía Pianto, de Peruanos por el Kambio (PPK), pidió ayer la vacancia presidencial e hizo un llamado a la insurgencia popular.
El motivo para tan enérgica y grave demanda, según él mismo ha indicado, parece haber tenido que ver con la molestia –»un poquito»- de «los hermanos», asistentes a un evento que Guía convocó, porque la ministra de Educación, Marilú Martens, no quiso contestar a sus preguntas.
¿Qué evento era ese?, ¿quiénes son esos «hermanos» por quién Guía levantó indignado su voz?, ¿cuál era su reclamo?, y, finalmente, ¿se justifica una pretensión maximalista como esa?. Veamos, a ver si encontramos un trocito de razonabilidad en todo esto.
Pues bien, el evento como ya lo he indicado fue organizado por el despacho del congresista Moisés Guía, y se llamó «Educación y Género» Reunión entre los ministerios de Justicia, Educación y Organizaciones Evangélicas. Asistieron, tanto la Ministra de Justicia como la Ministra de Educación, y sé bien que estuvieron allí por su talante democrático y porque tenían el deseo de atender las preocupaciones de un grupo de líderes religiosos que de distintas maneras ha manifestado sus observaciones al nuevo currículo educativo escolar. Al parecer creían, las ministras Marisol Pérez Tello y Marilú Martens, que era la oportunidad propicia para aclarar las dudas, y hacerlo públicamente y en presencia de los representantes de todos los grupos opositores.
Se equivocaron por un tantito. Pues, aunque Guía Pianto propagara que su evento –y tal vez él mismo- iba a servir de puente entre esos grupos y el gobierno de PPK, al menos dos factores conspiraron contra ese propósito. Uno, su propio convencimiento de que en las políticas, y particularmente en los decretos legislativos dados recientemente por el Ejecutivo, hay cosas «que no están dentro de nuestra formación cristiana»; y dos, porque pese a que él mismo dijera el 13 de enero en su Facebook, haciendo publicidad a su evento, que todos los puntos de vista deben ser escuchados, parece haberse cuidado de no invitar a instituciones evangélicas que podrían tener, y de hecho tienen, una voz discordante de la mayoría, y han manifestado su acuerdo con el enfoque de género y su rechazo a cualquier tipo de discriminación.
El congresista Guía ha dicho que estuvieron presentes representantes de todas las instituciones cristianas evangélicas del Perú, y no es verdad. No participaron el Concilio Nacional Evangélico del Perú-CONEP, ni la Unión de Iglesias Cristianas Evangélicas del Perú-UNICEP. La primera aún está debatiendo entre sus asociadas su posición frente al currículo educativo; y la segunda, aunque tiene afiliadas comprometidas con la campaña «Con mis hijos no te metas», sus representantes han mostrado algo de pudor y no creo que entablarían un diálogo apelando a la descalificación y el abucheo, como hicieron los «hermanos» de Guía ayer.
Y quiénes son esos «hermanos»?, pues integrantes de iglesias como el Movimiento Misionero Mundial y las Asambleas de Dios del Perú, entre otras, que movilizados por un grupo de personajes que, puedo apostar, serán candidatos a congresistas, e incluso a la presidencia de la República, el 2021 –aunque están orando para que el proceso electoral se adelante- han encontrado en la aterradora «ideología de género» el discurso y plataforma para ¿acabar con la pobreza?, ¿resolver el problema de la inseguridad ciudadana?, ¿terminar con la corrupción?, no, para qué si su misión principal es superior: convencer a todos que género es igual a demonio, y proclamar que los homosexuales no deben tener derechos porque –está escrito- se irán al infierno.
En un marco como ese, se entiende que un congresista deje a un lado sus escrúpulos y convoque a la «insurgencia popular». No es que quiera defender el orden constitucional, ni luchar contra un gobierno usurpador, lo que pretende es que el país entero se rinda a sus prejuicios. Y en ese intento para Guía, y varios otros, hacer el ridículo es lo de menos. Si ya hace rato perdieron la vergüenza, se regodean en la mentira y decidieron cambiar la persuasión y el respeto por el chantaje.
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