Ser homosexual y transexual en el Perú
Perú es considerado un Estado criminal por las personas de la comunidad LGBTI, por la complicidad ante la violencia y los crímenes de odio, ya que no se adoptan medidas para frenarla. Entre abril de 2014 y marzo de 2015, se registraron cuatro suicidios, 13 asesinatos y 13 afectaciones a la seguridad personal; según el informe anual de Promsex. Hoy las personas homosexuales, transexuales, bisexuales e intersexuales (LGBTI), luchan por la aprobación del matrimonio igualitario -como uno de los primeros pasos en el largo camino hacia la igualdad-, tras el archivamiento definitivo del proyecto de ley de la unión civil entre personas del mismo sexo, que por primera vez en la historia del país puso en debate público el reconocimiento de derechos.
«Desde que tengo uso de razón, recuerdo que no me gustaba que me vistan con ropa de mujer, no me gustaba hacer lo que supuestamente las mujeres deben hacer. Pero a esa edad nadie está pensando en qué es o no es, igual siempre lo ocultas porque recibes comentarios como ‘pareces un hombre, deja de hacer esas cosas'», así empieza su relato Jesse Vilela, hombre transexual y presidente de la Sociedad Transgénero FTM Perú.
Cuando escuchamos la palabra «transexual» se suele pensar en hombres que no estuvieron conformes con su género biológico, por ende se visten como mujeres, actúan como ellas y realizan cambios en sus cuerpos para asemejar su exterior a lo que sienten en su interior. Pero poco se conoce de los hombres transexuales; es decir, personas que nacieron siendo mujeres, pero que siempre se sintieron varones. Vilela señala que la identidad de género es la percepción interna que tiene cada persona de ser hombre, de ser mujer, incluso de ser ambos o de ser algo que puede ir cambiando en el tiempo.
Ser transexual en el Perú es un drama, hay tanta discriminación e intolerancia que conlleva hasta suicidios. «La mayoría de veces las agresiones nacen de los propios familiares, «los encierran, los insultan, los golpean, los acosan, hasta que llegan a suicidarse», comenta Liurka Otsuka, abogada del Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (PROMSEX).
Cada día tienen que enfrentarse a circunstancias incómodas y discriminativas, que surgen desde acciones tan simples para todos, como el tener ganas de ir a los servicios higiénicos: «Es posible que a una mujer transgénero le pase cualquier cosa en el baño de hombres, y si entra al baño de mujeres probablemente la van a sacar o golpear», dice Vilela.
Una persona muere cada semana en Perú, por el único hecho de ser homosexual, según el último estudio del MHOL.
Es complicado que niños transexuales terminen el colegio, debido a que los obligan a utilizar un uniforme que no los identifica y sufren acoso escolar por parte de sus compañeros. Además, el no haber concluido el colegio los limita cuando buscan empleo: «Si les dan trabajo, les pagan muy poco y les hacen trabajar muchas horas, porque saben que no van a encontrar empleo fácil», afirma Vilela.
La lucha por la identidad
Si bien las personas transgénero afrontan problemas a diario, la mayor dificultad es la falta de reconocimiento de su identidad por parte del Estado. Para cambiar de nombre en su Documento Nacional de Identidad (DNI), deben realizar un proceso judicial que puede tardar hasta ocho años. Y si quieren además, cambiar también de género, deberán realizar otro trámite que durará ocho años más.
En nuestro país, si alguien quiere cambiarse de nombre y género debido a su identidad, debe presentar un certificado de disforia de género; es decir, un psiquiatra debe constatar que la persona está «enferma» y por eso no se identifica con su sexo biológico. Otro de los requisitos es que ya esté iniciado el proceso de transformación de cuerpo. Además, debe estar tomando hormonas.
«Para pasar por esos trámites debes tener dinero, la justicia y los derechos no llegan para las personas pobres, solo para los que tienen más capacidad económica; yo pago el seguro estatal, sin embargo no me entregan hormonas ni hay especialistas que me orienten en el proceso de transformación de mi cuerpo», señala Vilela y añade que hay personas transexuales que no quieren estar en hormonación y que no quieren operarse, pero tendrían que hacerlo si quieren cambiarse legalmente de nombre y género.
Otsuka sostiene que es usual que a las personas de la comunidad transexual, las llamen por el nombre que figura en su DNI, lo cual es incómodo para ellas, ya que está vulnerando su derecho a la identidad al llamarlas por un nombre con el cual no se identifican. «Puede ser algo meramente formal para muchas personas, pero para ellas es un error importante, es un reconocimiento de la sociedad hacia ellas», dice.
Tampoco contamos con una ley de identidad de género -como sí hay en Argentina-, y tampoco hay una estandarización adecuada del proceso, por lo que los jueces optan por tomar decisiones en base a precedentes y criterios propios, la misma que puede contener un sesgo discriminatorio. «El Estado debe incluir acciones en contra de la discriminación por identidad de género, además se debe crear una ley de identidad de género dirigida a las personas transexuales», manifiesta Giovanny Romero, director del Movimiento Homosexual de Lima (MHOL).
Violencia y discriminación contra comunidad LGBTI
«Una de las situaciones que siento que marcó mi activismo fue la paliza que los policías nos dieron en la Plaza de Armas el 12 de febrero del 2011 -en el acto simbólico ‘Besos contra la homofobia’-, porque me sentí en la situación más vulnerable que podía estar, policías golpeándonos por demostrar afecto, eso era lo más sorprendente para mí», narra el activista André Mere.
La historia de agresión y violencia se da no solo a nivel de la policía y personas homofóbicas desconocidas, sino también en la propia familia; de acuerdo al informe «Estado de Violencia» del colectivo No Tengo Miedo, el 35,4% es perpetrada por familiares cercanos, y un 88.1% de personas LGBTI agredidas, no denuncian la violencia que sufren.
88.1% de personas LTGBI no denuncian la violencia que sufren, según el informe Estado de Violencia del colectivo No Tengo Miedo.
«En casos de asesinatos, tienes como resultado que muchas veces las propias familias deciden no hacer seguimiento a los procesos porque sienten vergüenza de admitir que tuvieron un familiar homosexual», dice Romero.
Añade que en el Perú, los temas de derechos humanos no se garantizan para todas las personas, y es mucho peor para las personas homosexuales. «En primer lugar existe el temor de que los mismos policías se burlen o terminen agrediéndolos, temen que esto implique que su homosexualidad se haga pública y esto los lleve a ser expulsados de sus casas, de sus trabajos o sus centros de estudios; temen que el proceso de búsqueda de justicia termine vulnerando más sus derechos, que ya han sido vulnerados por situaciones de violencia y discriminación».
Mientras que el informe anual sobre Derechos Humanos de las personas LGBTI de PROMSEX, arroja que entre abril 2014 y marzo 2015, se registraron cuatro suicidios -tres de ellos en adolescentes-, 13 asesinatos, 13 afectaciones a la seguridad personal y 13 acosos. Esta organización ha atendido casos donde el personal de serenazgo –ente que se encarga de la seguridad de la población a nivel municipal- les pide a lesbianas o gays que se retiren cuando se dan muestras de afecto.
«Esto por lo general sucede en espacios públicos, donde hay muchas parejas heterosexuales que lo hacen también, como si fuera inmoral besarte con la persona que amas», señala Otsuka y añade que muchos familiares incluso los llevan a psiquiatras o centros religiosos que supuestamente curan la homosexualidad.
En un nivel más extremo, los familiares llegan a la violencia física y sexual, como en el caso de las mujeres lesbianas: de cada 10 lesbianas, 4,3 han sufrido violencia familiar, según el informe Estado de Violencia, y se promueve la violación como medida correctiva, así lo sustenta el informe de PROMSEX, que presenta el caso de una adolescente que fue violada por un familiar cercano como corrección a su homosexualidad.
35,4% de la violencia perpetrada contra personas de la comunidad LGBTI, fue realizada por familiares.
La investigación demuestra que frases como «te voy a mandar a violar para que te vuelvas mujer» han quedado marcadas en la memoria de muchas jóvenes. «Hay una violencia colectiva, donde se les dice a las mujeres que aprendan a ser mujeres y dejen de ser machonas», manifiesta la abogada de PROMSEX.
El director del MHOL califica al Perú como un Estado criminal. «Como el Estado no hace nada para frenar esas situaciones se convierte en cómplice de estos crímenes, son situaciones que se van sumando, primero rechazo de la familia, bullying en la escuela, en algunos casos expulsión de los hogares. Lo que tienes es un sistema complejo de violencia que se ve potenciado en situaciones de pobreza y exclusión». La omisión de los derechos de las personas LGBTI del Plan Nacional de Derechos Humanos 2014-2016 es una muestra de que el Estado da la espalda a estas personas.
Unión civil y matrimonio igualitario
«Otra de las veces que me he sentido muy vulnerable fue cuando escuchaba los debates por la unión civil; tengo una relación de cuatro años y medio con mi pareja, y en ese momento me daba impotencia ver como seis o diez congresistas pueden decidir sobre tu vida y tu futuro, sobre si eres persona o no, si deberías poder ser feliz o hacer planes con otra persona», señala Mere.
En abril pasado se archivó definitivamente el proyecto de ley de unión civil entre personas del mismo sexo, proyecto impulsado por el congresista Carlos Bruce, quien hizo pública su homosexualidad en plena discusión y debate del tema. «Creo que el Congreso peruano es vergonzoso y mayoritariamente es la representación que tiene nuestro país: prejuicios, violencia, desprecio por los derechos humanos», sentencia Romero. Según una encuesta realizada por IPSOS Perú en 2014, un 61% está en contra de la unión civil de las personas del mismo sexo; sin embargo, cerca del 50% de los encuestados respalda el reconocimiento de derechos vinculados a las pensiones, salud y a que las parejas formen un patrimonio económico en común que les permita heredar.
Entre abril 2014 y marzo 2015, se registraron cuatro suicidios (3 de ellos en adolescentes), 13 asesinatos, 13 afectaciones a la seguridad personal y 13 acosos, según PROMSEX.
Un hecho que devolvió la esperanza en la comunidad LGTBI peruana ha sido la aprobación del matrimonio homosexual en Estados Unidos, que ahora está fortaleciendo sus bases para impulsar el matrimonio igualitario. Desde el año 2000, 22 países han legalizado el matrimonio homosexual. «Es importante celebrar los avances en países como EE.UU, pero es importante que no nos olvidemos que aún hoy, en países como Perú, cada semana una persona homosexual muere asesinada», finaliza el representante del MHOL.
«Las relaciones no tienen por qué ser distintas, no hay razón para discriminar a dos personas que deciden vivir de manera distinta a como vive la mayoría. El tema de la unión civil, desde mi punto de vista, debería ser minimizado, deberíamos estar todos buscando el matrimonio igualitario», señala Óscar Ugarteche, reconocido economista y cofundador del MHOL.
Ugarteche hace una dura crítica a la sociedad peruana, pero cree firmemente que solo es cuestión de tiempo para que los derechos de la comunidad LTGBI sean reconocidos. «Es absurdo que la Iglesia Católica sea quien defina qué pasa con los ciudadanos que pagan impuestos en un país que, se supone, es laico. Si hay un país lleno de desigualdades, ese es el Perú. Nosotros vamos a lograr la igualdad en el Perú, de eso no tengo la menor duda», afirma.
Sin embargo, no todo es negativo en la sociedad peruana, la campaña Unión Civil Ya convocó no solo a la población LTGBI, sino también a familias enteras, quienes demandaban igualdad y reconocimiento de derechos hacia este sector, en este contexto se pudo evidenciar que somos una sociedad más tolerante.
Otro hecho que marca un precedente es que el reconocido activista y defensor de los derechos de la comunidad LTGBI, Jorge Bracamonte, acaba de asumir la secretaria ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, coalición que agrupa a 81 organizaciones de DDHH de todo el país, que por primera vez le encarga la alta dirección a un homosexual.
El economista reconoce que hay un leve cambio de actitud en algunos ciudadanos, recuerda que en el año 82 nadie realizaba entrevistas sobre el tema LTGBI, y que la primera vez que conversó con un periodista sobre la homosexualidad, la entrevista se publicó como anónima. Además deja una interesante recomendación sobre qué hacer ante los comentarios de la sociedad peruana conservadora en estos temas: «Hay que ignorarlos, dicen que somos intolerantes; pero, ¿cómo no ser intolerante ante la estupidez humana?», se cuestiona.
Tomado de elgranangular.com
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