Una ley en sala de espera
Existe una ley olvidada, una deuda pendiente, una injusticia perenne que afecta a una comunidad de gente que, al igual que tú y yo, desean ser reconocidos como las personas que realmente sienten que son y de esta manera, realizarse como seres humanos, ciudadanos y profesionales que cuentan con un sólido respaldo legal que los ampara y protege de todo tipo de maltratos y discriminaciones.
Escribo esto en clara y directa alusión a la comunidad transgénero del Perú, comunidad que no hace más que reflejar uno de los lados más indiferentes y cuestionables de nuestro país.
Siempre se dice que hay temas más importantes que tratar; que son la pobreza, la educación y la delincuencia las únicas prioridades que debe tener el gobierno. Aunque estoy de acuerdo con esta afirmación, siempre viene a mi mente una misma interrogante: ¿qué tantas posibilidades de vencer sus «grandes problemas» tiene una sociedad que ni siquiera puede lidiar con su desigualdad?.
Para tener clara esta situación y ubicarnos adecuadamente en el contexto, debemos conocer lo que significa este controvertido concepto: ¿Qué es exactamente ser transgénero?
Ser transgénero consiste en sentirse física y psicológicamente identificado(a) con el género opuesto al de las características fisiológicas de nacimiento. Es decir, son mujeres que nacen en cuerpos masculinos y hombres que nacen en cuerpos femeninos, lo cual nada tiene que ver con las preferencias sexuales pues la identidad de género y la orientación sexual son cosas muy distintas.
La población trans es la más vulnerable tanto del Perú como del mundo. Cifras arrojadas desde abril del 2014 hasta marzo del 2015 por informes de la Red Peruana LGTB y Promsex, nos informan de cuatro suicidios, trece asesinatos y trece afectaciones a la seguridad personal de personas trans dentro del país.
El primer adversario contra el que se tiene que luchar es la discriminación. La mayoría de personas trans califica su día a día como «una vida en la que es imposible no ser humillados por nuestra identidad». La ausencia de una ley severa y reguladora en la Constitución genera que estas personas no puedan acceder a servicios fundamentales (centros de salud, centros educativos, trabajo, etc) y que sean blanco fácil de delitos al no contar con un apoyo legal que los respalde.
¿Cómo entonces pueden ellos tener una vida digna y feliz, estudiar tranquilamente una carrera, buscarse un trabajo honradamente o realizar trámites médicos y bancarios sin que todo esto implique situaciones incómodas, vergonzosas y hasta riesgosas? ¿Están destinados a vivir su día a día «sobreviviendo» a este tipo de experiencias?
Existe una cifra aún más alarmante: de acuerdo a la Comunidad LGTB del Perú, más del 90% de la población trans del país ejerce la prostitución. Esta preocupante realidad es fruto de la falta de oportunidades laborales, la cual constituye el más claro indicador de EXCLUSIÓN. Además, también es de gran influencia la realidad familiar de los miembros de esta comunidad, la cual muchas veces está marcada por maltratos y abusos.
En la actualidad, si alguien quiere cambiar su nombre tiene que presentar certificados médicos que avalen que sufre de alguna patología. A esto se le conoce como»estigmatización psiquiátrica» ya que resulta totalmente errado pensar que una inusual orientación de género es una especie de «problema mental», además esto termina por afectar considerablemente el bienestar emocional de los implicados.
De no aceptar esta opción, la persona debe someterse a cambios corporales que los»reasignen sexualmente» y que hagan que su genitalidad vaya acorde con el género con el cual se sienten identificados.
Claramente esto demuestra que son los médicos y jueces quienes, de una u otra manera, definen la identidad del individuo. Lo que debería ser un accesible trámite administrativo resulta, en realidad, un largo y difícil proceso judicial.
¿Qué pasa cuando hay personas que no cuentan con la gran cantidad de dinero que implica un juicio? ¿Qué hacemos con todo ese tiempo que pierden esperando? ¿Es acaso justo hacer esto con ellos solo porque nacieron con una distinción que los deja fuera de nuestro «esquema social»?
La modificación de esta ley es el desafío que tiene el próximo congreso, la cual también debe incluir un compromiso para la mejora de la calidad de vida de esta comunidad. Es por esta razón que es fundamental que las alianzas parlamentarias, los activistas transgéneros y las organizaciones de derechos humanos se unan y consoliden juntos sus propuestas.
Es desde ahí que este indignante panorama comenzará a cambiar, es desde ahí que por fin se escribirá la historia de un país que, al vencer su desigualdad, está demostrando que tiene la capacidad de vencer el resto de sus problemas.
Las cartas ya están sobre la mesa.
Tomado de https://minutosurbanos.wordpress.com/
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