Repudio Mundial
Cuarenta y nueve víctimas de la masacre en discoteca gay de Orlando vivieron tres horas de terror. Control de armas en EE.UU. otra vez en tela de juicio.
La discoteca Pulse de Orlando (Florida) se proclamaba como un lugar de fantasías, diversión y noches hot, pero también como una comunidad que representa a los LGTB en su lucha por la igualdad. Por casi 12 años, los días de fiesta mantuvieron vivo el pulso del hermano homosexual de la dueña, quien murió en 1991 después de luchar contra el VIH. John Poma inspiró la creación de un espacio que abraza «el estilo de vida gay», antes replegado a la escena subterránea.
La «Noche Latina» de reggaetón, merengue, bachata y salsa terminó en una ráfaga de disparos el pasado domingo. El neoyorquino de ascendencia afgana Omar Mir S. Mateen (29) irrumpió en el local con un fusil AR-15 a las 2 a.m. y convirtió a Pulse en escenario del tiroteo más mortífero en la historia de ese país: 49 víctimas mortales y más de medio centenar de heridos, seis de ellos en estado crítico.
Según información oficial, Mateen manejó 120 millas desde su casa en Fort Pierce hasta Orlando. Un poco antes de las 2 de la madrugada, mientras el personal del bar bloqueaba las salidas de emergencia preparándose para el cierre del local, el agresor guardaba su auto en el estacionamiento de Pulse. A las 2:02 a.m., inició el fuego en la entrada principal y los 320 asistentes quedaron atrapados.
Los oficiales fuera de servicio que vigilaban la puerta intentaron en vano abatir con disparos a Mateen. A las 2:09 a.m., Pulse Orlando publicaba en su cuenta oficial de Facebook: «Salgan y corran».
El secuestro duró tres horas. Una vez escuchados los disparos, algunos clientes corrieron al patio, donde se ayudaron de los muebles para saltar por encima de la valla de seguridad. No corrieron la misma suerte los que se refugiaron en los baños. Los sobrevivientes cuentan que Mateen se encerró con 5 de ellos y tuvo de rehenes a otros 15 en los baños adyacentes.
«Mamá, te amo. Voy a morir», apro-vechó en escribir Eddie Jamoldroy, una de las víctimas mortales, como mensaje de despedida. Como él, muchos otros usaron sus teléfonos para comunicarse con sus familiares y la Policía. «Se enfurecía cuando uno de los teléfonos sonaban», contó una sobreviviente identificada como Ms. Murray.
En represalia, Mateen empezó a rociar balas por todos los baños y, minutos después, llamó al 911 para jurarle lealtad al Estado Islámico. «La razón de por qué estoy haciendo esto es porque quiero que Estados Unidos deje de bombardear mi país», señaló. Más tarde preguntó a sus víctimas si alguno de ellos era negro: «Yo no tengo un problema con la gente negra. Esto es sobre mi país, ustedes han sufrido bastante».
El atacante intercambió disparos con unos 14 policías por alrededor de dos horas. Afuera del Pulse, un equipo de negociadores de crisis empezó a hablar con el asesino. El anuncio que este hizo acerca de que poseía chalecos explosivos y bombas obligó al equipo del SWAT a apresurar el rescate.
A las 5:05 a.m., al menos 30 personas fueron encontradas con vida. Todas las víctimas, la mayoría de ascendencia hispana, murieron por el disparo de la AR-15, con capacidad de hacer 30 disparos por minuto.
¿HOMOFOBIA O TERRORISMO?
Los que conocieron a Omar Mir S. Mateen lo describen como un tipo radical. Su padre contó a la prensa que su odio hacia la comunidad LGTB se ha-bría profundizado cuando encontró a dos hombres besándose en un centro comercial delante de su hijo. Sin embargo, algunas amistades hicieron saber que el asesino frecuentaba el bar gay y era, además, un usuario de una red social de citas homosexuales.
James Comey, director del FBI, afirma que Mateen «se radicalizó en el Estado Islámico pero no seguía sus órdenes». Aunque el EI se ha adjudicado el atentado, Mateen podría haber sido un adoctrinado a través de internet. La homosexualidad y «otros comportamientos desviados», bajo los códigos de la Sharia, son castigados con la muerte.
Van 134 disparos masivos en Estados Unidos durante los 171 días que lleva el 2016; 11 en los 17 días de este último mes. Han sido 14 discursos los que Barack Obama ha tenido que dar como presidente tras un tiroteo en su país, seis de ellos en el último año. En todos estos ha insistido en el control de armas, una propuesta frenada por el Partido Republicano. «Estamos haciendo todo lo posible para detener este tipo de ataques.», dijo Obama. Tema urgente en la campaña presidencial americana. (Lisa Estella)
Tomado de Caretas (edición impresa 16.06.2016)
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