El orgullo de las infancias y adolescencias LGBTI
Durante los últimos meses, y como consecuencia de la Emergencia Sanitaria producida por el Coronavirus, se han evidenciado las dificultades que viven las personas LGBTI. Como se ha sostenido durante décadas, gracias las luchas emprendidas por los activismos, las experiencias de violencia y discriminación, que nacen del estigma y los prejuicios, se desarrollan en un contexto de desigualdad estructural reproducido por un sistema político y social, que es el patriarcado. Este sostiene un sistema sexo-genérico binario en donde las manifestaciones que escapan de la norma del “deber ser” son juzgadas y fundamentalmente castigadas.
Estos mecanismos de control y castigo se manifiestan en las diferentes esferas de la sociedad, aterrizando en el ámbito privado. En ese sentido, los primeros espacios en donde se ejerce un juicio crítico contra la vivencia del género son los hogares y las escuelas. Fundamentadas en el temor y el desconocimiento, numerosas familias expresan sus reservas de que algún integrante se identifique como parte de la diversidad sexual y de género. Cabe señalar que, en el Perú, 40% de las personas encuestadas en una investigación realizada en el 2019, manifiesta estar en contra de la homosexualidad[1]. Estas actitudes se potencian cuando la discusión gira en torno a las infancias y las adolescencias LGBTI porque interpela a una sociedad que se resiste a considerar que la aceptación de la identidad de género y la orientación sexual, así como ocurre con las personas cisgénero y heterosexuales, empieza a edades tempranas[2], en tanto forma parte del desarrollo de las personas.
Durante la situación de confinamiento, el miedo de visibilizar la orientación sexual, la identidad e incluso la expresión de género se acentúa por las consecuencias que esto puede acarrear; entiéndase violencia verbal, física, psicológica, económica e incluso sexual, que puede ser perpetrada por las personas del entorno cercano que deberían brindar apoyo, respeto y contención. Lejos de ello, una de las opciones más crueles y peligrosas por las que optan numerosas familias son las llamadas “terapias de conversión”[3], las cuales son comandadas por falsos profesionales de la salud mental o por integrantes de iglesias fundamentalistas, quienes llevan adelante prácticas denigrantes reconocidas como formas de tortura y que afectan la dignidad de las víctimas[4].
Por otro lado, la cuarentena impuesta en aras de proteger la salud de la población llevó a que muchas personas jóvenes socialicen a través de medios virtuales como una forma de mantener los vínculos con quienes pueden sentir la libertad de ser ellas mismas. Aun así, es necesario considerar tanto las oportunidades, como los riesgos que estas implican, incrementando las medidas de seguridad frente a quienes busquen, en este contexto, la ocasión para aprovecharse de situaciones de vulnerabilidad. No obstante, es importante reconocer que las redes también han abierto la posibilidad de abrir canales de denuncia y grupos de consejería psicológica y de apoyo emocional ante la violación de derechos y la incertidumbre generada en los últimos meses[5]. Sin duda, las organizaciones y las colectivas de activistas se han consolidado en la virtualidad como opciones a las cuales acudir ante numerosas afectaciones.
En ese ánimo, es preciso recordar que, ante la imposibilidad de hablar abiertamente de su orientación sexual e identidad de género en sus hogares, existe la necesidad de encontrar pares con quienes se vinculen afectivamente y comprendan los procesos que están experimentando. Las amistades forman parte vital del desarrollo de las personas, sobre todo cuando va llegando la adolescencia y se va consolidando la identidad, ya que en ellas se encuentra contención frente al poco entendimiento de las familias. Si bien estas velan, como es natural, por el cuidado de sus integrantes, existe el temor en jóvenes LGBTI, particularmente en estas circunstancias, de que alguien lea una conversación privada o revise sin consentimiento el medio electrónico utilizado. Por ello, es necesario generar un ambiente de confianza y empatía para que nadie vea amenazada su seguridad intrafamiliar.
El sistema escolar, por su parte, ha debido adaptarse a un nuevo contexto virtual para el que no estaba preparado. Afortunadamente, muchas personas LGBTI sí encuentran apoyo y soporte de parte de la comunidad educativa y sobre todo de amistades en quienes pueden confiar y cuyos vínculos les dotan de seguridad[6]. No obstante, esto no es lo que ocurre habitualmente. Por el contrario, muchas personas LGBTI viven situaciones bastante hostiles en las escuelas[7]: desde estudiantes que reproducen la violencia de género que aprenden en casa, en el espacio público y en los medios de comunicación hasta docentes que no asumen un rol formador y tampoco detienen el círculo de violencia que ocurre en las aulas. Por todo ello, no se puede desatender la violencia escolar que puede trasladarse a los medios virtuales, configurándose situaciones de ciberbullying cuyo alcance puede ser indetenible y traer consecuencias mucho más dramáticas que en el caso de las personas heterosexuales[8]. En ese sentido, las instituciones educativas precisan estar alertas para evitar que esto ocurra y aminorar los efectos que se dan en las víctimas.
Durante estos últimos meses hemos visto cómo las desigualdades que sufrimos regularmente se han acrecentado en distintos campos. Atendiendo a esto, nuestros primeros espacios de socialización no deberían dificultar aún más la vida de una población que ve con profunda decepción cómo sus derechos no son plenamente reconocidos por el Estado. Trabajemos conjuntamente por construir hogares en donde la igualdad sea celebrada y todas las familias se sientan orgullosas de su diversidad. En el Día del Orgullo LGBTI, en un contexto tan particular como el que estamos viviendo, no se pueden soslayar las vivencias de las infancias y adolescencias de la diversidad sexual y de género. Cumplir con las medidas de seguridad para evitar el contagio, no debería confinar a las personas en un hogar inseguro y peligroso para su salud integral. Por tanto, es menester que las familias reconozcan que sus integrantes de la diversidad sexual y de género merecen un trato respetuoso, igualitario y digno, teniendo como base el amor.
[1] Instituto de Estudios Peruanos (IEP). (Mayo de 2019). Conocimiento y actitudes hacia el enfoque de género y la homosexualidad- Encuesta Nacional Urbano Rural. Obtenido de https://iep.org.pe/wp-content/uploads/2019/06/Informe-OP-Mayo-2019-6-Actitudes-hacia-el-enfoque-de-g%C3%A9nero-9.pdf
[2] Radio Ambulante. (2019). Yo nena. Obtenido de https://radioambulante.org/audio/yo-nena
[3] Goytizolo, M., & Torres, F. (2019). Las terapias de la tortura. Obtenido de La Mala Fe: https://www.lamalafe.lat/las-terapias-de-la-tortura/
[4] Independent Expert on protection against violence and discrimination based on sexual orientation and gender identity. (2020). Practices of so-called “conversion therapy”. Obtenido de https://undocs.org/es/A/HRC/44/53
[5] Le Monde. (21 de Junio de 2020). En République démocratique du Congo, la communauté LGBT plus que jamais 2.0. Obtenido de https://www.lemonde.fr/afrique/article/2020/06/21/en-rdc-la-communaute-lgbt-plus-que-jamais-2-0_6043627_3212.html
[6] Porta, C. M. et. al (2017). LGBTQ Youth’s Views on Gay-Straight Alliances: Building Community, Providing Gateways, and Representing Safety and Support. Obtenido de https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5461817/
[7] Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos- PROMSEX. (2016). Estudio Nacional sobre Clima Escolar en el Perú 2016. Obtenido de https://promsex.org/publicaciones/estudio-nacional-sobre-clima-escolar-en-el-peru-2016-2/
[8] Garaigordobil, M., & Larrain, E. (2020). Acoso y ciberacoso en adolescentes LGTB: Prevalencia y efectos en la salud mental. Obtenido de https://www.revistacomunicar.com/ojs/index.php/comunicar/article/view/C62-2020-07