Las brujas y los demonios andan sueltos
Al parecer, esto es lo que pretenden hacer creer un grupo de fanáticos interesados, al poner bajo la mira a organizaciones de la sociedad civil, como PROMSEX, que han osado poner en debate la despenalización del aborto por violación, a través de “Déjala Decidir”, una iniciativa ciudadana respaldada por más de 60 mil personas.
Una turbia historia de micrófonos escondidos, videos editados, preguntas capciosas y tres años de planeación de la crema y nata de políticos vinculados a iglesias evangélicas en los Estados Unidos, quienes están dentro del Parlamento (pues ellos también tienen su bancada), fue el resultado de una campaña contra Planned Parenthood Federation of America (PPFA), una de las más grandes organizaciones no lucrativas, dedicada a la provisión de servicios de salud sexual y reproductiva, incluyendo la atención del aborto legal.
PPFA se origina con Margaret Sanger, pionera de la planificación familiar y derechos de la mujer, cuyo trabajo se remonta a hace más de 100 años. Desde sus orígenes, PPFA se propuso que ninguna mujer tuviera un embarazo no deseado o forzado, ni que muriera por aborto. Ha sido la inspiradora para que casi el 100% de países hoy, tengan políticas de población y desarrollen programas de planificación familiar. Esto probablemente sea el principal fracaso de grupos opositores a los derechos humanos vinculados a algunas iglesias que se interponen con el derecho a decidir de las mujeres y sus parejas, cuántos hijos tener. Como se sabe, Margaret Sanger, fue virulentamente atacada, sin embargo, pudo sobrevivir y fundar la organización PPFA que ahora existe.
Actualmente PPFA tiene instalaciones en todos los Estados de los EE.UU. y no solo es la corporación benéfica y sanitaria más grande de Norteamérica, sino, también es una alternativa a millones de personas pobres, migrantes y excluidos de los Estados Unidos, al punto que esta organización cuenta con financiamiento del Tesoro Público, permitiéndole ofrecer educación sexual a niños y niñas, servicios de planificación familiar, programas para prevenir el VIH y aborto legal y seguro. Sus beneficiadas son millones de mujeres negras, latinas, migrantes, es decir, todas aquellas que jamás podrán pagar un seguro, y que existen en el sueño americano.
Como la campaña desatada en Estados Unidos fracasó en su objetivo central de quitar el financiamiento público a PPFA, la ira se trasladó al Sur y somos ahora en estos lares, las que estamos sufriendo los embates de este fanatismo. Claro está, sin poder trasladar todos los activos que tiene PPFA, pues en nuestro caso -PROMSEX- y las ONG, no recibimos financiamiento público -somos No Gubernamentales-; nuestro trabajo, se basa en la cooperación internacional, de todos aquellos que quieren vivir en un mundo más justo.
Es así, que ONGs, como el autodenominado Population Research Institute (PRI), cuyo trabajo nadie conoce, y que su función es acosar a las organizaciones que trabajamos en los derechos sexuales y reproductivos, propala información acerca nuestro la cual llega a altos grados de ridiculez, como aquella donde decía que: los anticonceptivos afectan la reproducción de los peces, porque la orina de las mujeres -que toman anticonceptivos- está llegando a los ríos.
Esta organización, conjuntamente con la Agencia Católica de Información (ACI Prensa), soltó la “primicia” de que PROMSEX y otras organizaciones, estaríamos recibiendo dinero del “tráfico de órganos fetales” adjudicado a PPFA en la campaña en su contra en USA. La noticia no caló a pesar de que nuestra sociedad se cree a veces hasta historia de las vírgenes que lloran y las de saca-ojos, muy utilizadas en la década del Fujimorismo y replicada por medios de la extrema derecha, pues solo prensa conservadora replicó la información, con muy mala suerte para ellos, dado que, en una semana se dio: el éxito de la marcha de la campaña “Déjala Decidir” con masiva respuesta, sobretodo de las y los jóvenes y, se publicaba también la noticia del plagio que en El Comercio hiciera el Cardenal Cipriani; dos golpes que sin duda son difícil de superar.
Dado el fracaso mediático inicial, la guerra se trasladó al Congreso y fue allí donde Congresistas como Alejandro Aguinaga, y otros de la bancada fujimorista, atizaron el fuego para que la Agencia Peruana de Cooperación Internacional (APCI) intervenga fiscalizando a las ONG. De hecho APCI ha cumplido con el mandato, asunto en que como organización hemos respondido.
Consideramos que el rechazo a los derechos no se centra en la arbitrariedad de un pequeño número de congresistas (Aguinaga, Salgado, Cuculiza) que atacan a las ONG que defienden los derechos sexuales y reproductivos, corresponde más bien a la etapa pre electoral que vivimos, y que difunden información armada desde USA (videos, notas de prensa, y atacan con falsedades a nuestras ONG) pueden ocultar por ejemplo, el tema de las esterilizaciones forzadas y allí, las ONG somos informantes incómodos, pues consideramos que alguno de ellos no tienen realmente posturas dogmático-religiosas conocidas, ni creen que llegue el fin del mundo porque un hombre ame a otro hombre o porque una mujer ame a otra mujer y decidan formar familia. No, sus necesidades son otras.
De hecho, el ataque está orquestado con insultos y agravios entusiastas, por ejemplo, de un locutor deportivo, con gran audiencia matutina en la radio y que se siente bendecido por Cipriani, por ello, nos toca proceder, conforme a ley y como las buenas prácticas democráticas lo indican, como una ONG comprometida con los derechos humanos y con los derechos sexuales y reproductivos, nos sentimos orgullosas de ser muy sólidas y de haber contribuido con información y propuestas, que efectivamente, están fortaleciendo el debate público.
Es importante saber que las ONG, no tenemos responsabilidad del descrédito de las Iglesias y sus dirigentes, ni de las violaciones de derechos humanos que tarde o temprano tendrán que pagar, pero sí, somos responsables de defender nuestra honra. Es en ese sentido que procederemos a denunciar las acusaciones infundadas y difamatorias recibidas. Y dado que no es el interés económico el que nos mueve, si alcanzáramos reparación civil -la cual vamos a fijar-podríamos con ella apoyar una buena causa: cubrir el costo de los estudios de algún joven gay, cuyos padres le nieguen su ayuda económica para estudiar. Dentro del fanatismo religioso hay más de uno que les niega a sus propios hijos el derecho a estudiar.
Susana Chávez
Directora General
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